La otra cara de Pablo Felipe Robledo

¿Quién es realmente el llamado mejor funcionario del Gobierno de Santos?


Por Andrés Salazar

@PereiraDenuncia

Dejó el cargo que ocupó en el gobierno Santos uno de los más controvertidos funcionarios de esa administración: Pablo Felipe Robledo del Castillo, Superintendente de Industria y Comercio.

Llegó allí de la mano de la esposa del Vicepresidente Germán Vargas Lleras, la pereirana como él, Luz María Zapata.

También lo hizo como recomendado de esta familia política al Ministerio del Interior donde fue pieza clave en la debacle de la reforma a la justicia.

A Robledo se le adjudica la caída del Ministro Juan Carlos Esguerra quien renunció en medio de este escandaloso episodio.

Luego llegó a la Superintendencia de Industria y Comercio en representación de Cambio Radical movimiento del que se separó y declaró independiente cuando el vicepresidente Vargas se convirtió en candidato presidencial y le tiró en la cara la puerta a su mentor Juan Manuel Santos.

Desde su llegada a ese cargo, Pablo Felipe que es un hábil comunicador, convirtió la posición en una tribuna de opinión.

Necesitaba reencaucharse del mal momento en el Ministerio por donde pasó sin mancharse con el pésimo manejo que le dio a la conciliación de la ley que desembocó en la debacle que obligó al congreso a hundir un acto legislativo, pocas horas después de aprobarla y en la que surgió como gran protagonista Simón Gaviria, presidente de la Cámara de ese momento,  con la famosa declaración a la W Radio al decir: “No la Leí” justificando por qué la aprobó sin revisarla, hecho de desprestigio que lo acompañará el resto de su vida.

Al llegar a la SIC Robledo montó una acción de persecución policial a los empresarios en Colombia seleccionándolos como si se tratara de un juego de suerte para investigar y denunciar carteles que lo hicieran brillar en el firmamento mediático.

El primero de ellos fue el de los pañales. Como buen sabueso que es, sabía dónde había grises, claros y dónde oscuros.

Se empleó a fondo contra las empresas antioqueñas sabiendo que el gobierno en el que participaba tenía especial interés en golpear a las compañías simpatizantes del uribismo. 

Luego vinieron otros carteles, el del azúcar fue uno de ellos donde tocó de fondo temas que estaban en el ambiente y que venían discutiéndose con anticipación lo que demostraba que poco ó nada nuevo existía contra ellos.

No obstante actuó más mediática que jurídicamente para dejar abiertas investigaciones de largo plazo, de esas que empiezan y con dificultada terminan.

Se trataba en suma de golpear la imagen y la reputación, un activo de las empresas que cuesta años formar y segundos destruir.

Así lo hizo con las empresas cementeras a las que persiguió y sancionó sabiendo que sus acciones en la bolsa se desplomarían y que estas preferían pagar multas mansamente antes que adelantar litigios.

Robledo, el abogado externadista conoce la justicia y sabe de memoria que la falta de acción de ella es su gran aliado.

En su corta carrera como secretario del desaparecido DAS, Pablo aprendió de maestros la palabra “filtrar”, una práctica dañina que consiste en seleccionar uno o dos medios de comunicaciones de nicho, entregarles de manera privilegiada y anticipada información, la que se quiere poner al aire claro, con detalles de las investigaciones porque una cosa es el dato y otra la noticia y a los periodistas lo primero les interesa más que lo segundo.

Eso fue lo que hizo con el episodio de la reventa de boletas de la eliminatoria al mundial de fútbol de Rusia.

El audaz Robledo entendió desde que empezó esa eliminatoria que ese sería más un escenario de opinión que uno legal y que tendría como aliado al país entero en una práctica tan antigua como los espectáculos mismos, el acaparamiento de boletas con fines de reventa.

El Plan de Robledo iba viento en popa hasta cuando le pudo más su resentimiento y pasó cuenta de cobro a una empresa con la que tenía una vieja rencilla.

Señaló a través de las filtraciones a una vidriera barranquillera, una mega empresa de ventanas como una vulgar revendedora de entradas a un espectáculo.

Sonaba inverosímil y lo sabían de sobra muchos, que una compañía que cotiza en bolsa en Nueva York tuviera en cubierta una actividad marginal.

No importaba, se trataba simplemente de enlodar y hacer daño con el argumento de que su “obligación era indagar”, como lo dijo meses después al presentar los taquilleros resultados de su trabajo como investigador.

Para esos efectos utilizó a un nuevo aliado, un portal económico de pago llamado Primera Página al que fichó por su falta de rigor   .

Primera página que siempre ha tenido una actitud hostil y pública con las empresas que no compran sus costosas suscripciones, estimulada por el investigador acucioso reveló detalles de esa investigación que solo pudo proveerle la eficiente oficina de prensa de la superintendencia.

La relación de la entidad y el portal es tan estrecha y evidente que su jefe de prensa pregunta sin pudor en el chat común de los periodistas cuando hay convocatorias a ruedas de prensa si ya llegaron los miembros del portal aliado para iniciarla, en un claro y abierto manejo de privilegios que es inaceptable.


Las directivas de la vidriera afectada por los señalamientos del portal reaccionaron con vehemencia a los señalamientos que provenían de la entidad a través del portal y le exigieron al destacado funcionario aclarar, en medio del asunto, si estaban teñidos por el episodio montado por la misma entidad.

Robledo hábilmente se apoyaba en que los señalamientos provenían del portal y no de la entidad.

Cuando se conoció el pliego de cargos contra la Federación de Fútbol, Robledo manifestó olímpicamente que Tecnoglass, la vidriera a la que ensuciaron no era revendedora pero no obstante había comprado boletas en la reventa como si ello fuera un delito.

La empresa señalada y revictimizada mostró las facturas de compra, con cheque cruzados y pago a primer beneficiario al vendedor oficial y a precios oficiales, lo que tiraba por el piso la espectacular investigación del brillante funcionario.

Robledo insistía en medios, sin vergüenza ante la evidencia, porque de reconocerlo se caería como un castillo de naipes todo lo hecho en su periplo de miedo en la Superintendencia que la ventanera tenía responsabilidad en el asunto.

El flamante superintendente al que muchos medios llaman “El Mejor Funcionario del gobierno Santos” no ha podido explicar porque su nombre está vinculado a una pirámide que dirigía su hermano Carlos.

Se trata de Elite Internacional que defraudó a millares de personas quedándose con su dinero y arruinando viudas y familias enteras.

Robledo dictaba conferencias en esta empresa y se fotografiaba con los cabecillas de lo que resultó una banda criminal a la que debía vigilar como funcionario. 


Antes de irse le tira un baldado de agua sucia a las empresas del grupo Aval sin mayores pruebas y con una sola intención: Dejar abiertas investigaciones que le complicarán la vida a quien llegue al cargo.

Esta es una arista de la pirámide de la radiografía del mejor funcionario del Gobierno Santos. Las dos restantes se conocerán cuando los organismos de control que investigan a Robledo revelen otras de sus actuaciones en las sanciones que se impondrán por su mediocre gestión.


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